Perdonar la corrupción

Desafortunadamente, la corrupción es una epidemia en Latinoamérica. Y no solamente la corrupción en la gestión de las cosas públicas sino también entre privados. En este segundo caso, abundan ejemplos de negocios difíciles de entender, actividades de negocios difíciles de explicar y hasta carreras profesionales imposibles de justificar. 

Pero, sin duda, los grandes números de la corrupción están en la gestión pública. Y en este particular, la sociedad argentina se está acercando mucho a perdonar a los que la robaron de forma escandalosa.  

Todos se enojaron cuando vieron las obras públicas super-facturadas y que nunca se terminaron, los bolsos con millones de Dólares que Lopez revoleaba en la puerta del falso convento, la repentina fortuna de Lázaro Baez que fue de cajero de banco a más grande empresario del país en segundos, los hoteles vacíos de Cristina que facturaban a turistas fantasmas para lavar dinero,   la compra de medios de comunicación por Cristobal Lopez con el dinero que debería entregar al estado, los seis millones de Dólares billetes que se encontraron en la caja de seguridad de Florencia Kirchner sin que ella jamás hubiera trabajado en la vida, los quinientos millones de Dólares de Santa Cruz que desaparecieron y muchos otros ejemplos de una extensa lista de robos millonarios, siempre teniendo como víctima al estado, que es la plata de todos. 

A pesar de todo el enojo por los asaltos, los argentinos están en vías de elegir de nuevo a Cristina Kirchner para que sea la que controla el estado. Con humor, circuló por WhatsApp la frase que compara su victoria en la elección con “volver a contratar un empleado que despediste porque te robó”. Pero su triunfo estará lejos de resultar gracioso para el país. Darle votos a Cristina es darle los medios para que frene y elimine las causas por corrupción en su contra, o sea, es conferirle el perdón por el robo. ¿Alguien duda que Cristina no va a apretar la justicia para cerrar todas las causas en su contra? ¿Cuánto tiempo va a tardar para que todos los jueces pasen a ser nuevos Oyarbides? 

Y ni hablar de que el candidato es Alberto porque él no es el líder del brazo político que lo apoya por el momento y, por lo tanto, tiene que bajar la cabeza cuando manda la jefa. En sus entrevistas a periodistas, queda claro que él no tiene idea de cuales medidas tomar en el gobierno, limitándose a decir que hay que incentivar el consumo pero sin decir cómo. Lo que sí Alberto deja claro es que hay que rever las causas contra Cristina y libertar sus colaboradores presos por corrupción. 

¿Qué pasa cuando una sociedad perdona la corrupción? ¿Cuál mensaje se estará dando a todos los políticos y empleados públicos de todos los niveles? Una Cristina perdonada por los votantes, ¿va a robar menos o más? Y, si vuelve a robar, ¿podrán los votantes mostrarse sorprendidos? Ellos ni siquiera van a tener el derecho de enojarse ni mucho menos de decir que no sabían que robaba. Otros políticos como gobernadores o intendentes, ¿van a combatir la corrupción en sus distritos? ¿Cómo lo harían si, en definitiva, la corrupción se perdona? Una persona que vivió la traumática experiencia de ser víctima de un asalto, ¿va a votar a quien asaltó a todos? Y, si la vota, ¿va poder clamar por justicia para que arresten al ladrón que la asaltó? 

No importa la ideología, la corrupción tiene que ser intolerable. 

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